Teoría

Nuevas capacidades digitales para una vacunación sin precedentes

Por Fernando Díaz, Director de Sector Público y Salud

Por Por Fernando Díaz, Director de Sector Público y Salud
Actualizado el 17 de marzo, 2021 - 21.14hs.

La experiencia que estamos acumulando en la actual pandemia es innegable que tiene mucho, muchísimo de negativo pero no seríamos honestos si negásemos que también nos está proporcionando gran cantidad de información útil.

Un ejemplo sencillo: la crisis del Covid nos ha confirmado a las claras que nuestro Sistema de Salud debe necesariamente evolucionar hacia lo que podríamos llamar una nueva economía sanitaria en la que su centro sea la prevención de las enfermedades, antes que su tratamiento y que ello debe hacerse sustentado en la utilización sistemática de las nuevas tecnologías. Nada nuevo por otra parte. Se trata de algo sobre lo que venimos hablando desde hace muchos años pero que es posible que la actual crisis impulse definitivamente. El reto es claro y al tiempo enormemente ambicioso: evolucionar desde un ecosistema de silos hacía uno modular.

En este contexto, por tanto, de cambio necesario, los fondos de recuperación europeos suponen una magnífica oportunidad que deberíamos aprovechar para acelerar la transformación del sistema sanitario español. Entre las políticas tractoras identificadas en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía, figura en un lugar destacado el pacto por la ciencia y la innovación y el refuerzo de las capacidades del Sistema Nacional de Salud. Bajo este enunciado en los próximos tres años se destinará el 16.5 % del total de los fondos del programa, casi 12.000 millones de euros. Les aseguro que con cuantías tan inmensas hay margen para hacer cambios muy profundos, pero obviamente en primer lugar hay que ser capaces de ejecutarlo y, en segundo lugar, y aunque parezca una obviedad les aseguro que no lo es, hay que gastarlo adecuadamente, en proyectos realmente tractores, realmente transformadores y no meramente cosméticos.

Estos proyectos permitirán avanzar en la necesidad de transformación hacia esta nueva economía de la salud siempre que cumplan cuatro características: situar el foco en la prevención y el diagnóstico, progresar en el uso de los datos y la inteligencia artificial, potenciar la conectividad e integración de todos los agentes del sistema y cimentar un marco de colaboración público-privada.

Al mismo tiempo y necesariamente en línea con lo anterior, la creación de las nuevas vacunas se ha mostrado como un magnífico ejemplo del nivel actual de progreso científico y técnico. El coronavirus fue identificado genéticamente a finales de 2019 y poco más de un año después ya está en marcha el proceso de vacunación. Resulta sorprendente. Lo habitual sería haber tenido que esperar al menos tres hasta haber dispuesto de alguna opción viable. Pero, cuando escribo estas líneas, febrero del 2021, ya hay más de setenta proyectos diferentes de vacunas y tratamientos en diversas fases de ensayo y varias vacunas distribuyéndose. Es evidente que los procesos en economías de guerra siempre dan saltos de gigante. Y en cierto modo es en lo que estamos, en una extraña economía de combate.

Podíamos por tanto convenir que la ciencia y la tecnología han estado a la altura, lo cual es muy buena noticia, pero ahora nos enfrentamos con el reto no menos ambicioso de que toda la población objetivo sea vacunada en su proceso completo con un seguimiento posterior. Parece una obviedad, pero resulta fundamental contar con una estrategia de vacunación. Y eso parece que no lo tenemos ni tan claro ni tan bien definido.

El proceso de vacunación del COVID (y virtualmente todos los que pudieran venir en el futuro) deberán acompañarse de tecnología en su administración y seguimiento. Del mismo modo que habitamos ya un mundo incipientemente interconectado deberíamos pensar en términos de, por usar una de esos términos que terminarán por no significar nada por su uso constante, una “smart vacuna”.

Y hay elementos que resultan claves. Uno de ellos es, sin duda, la trazabilidad. Las diferentes dosis deberán recorrer miles de kilómetros y pasar por las manos de múltiples actores, garantizando en todo momento que se mantienen las condiciones ambientales durante la totalidad del trayecto y que, en caso contrario, seamos capaces de detectarlo rápidamente y nos permita actuar en su corrección. 

Pero no todo es trazabilidad física. También hay que establecer el momento preciso de la administración, es decir, asignar cuándo y dónde debe suministrase la vacuna, garantizando un proceso ordenado y eficiente. Hablamos por tanto de un autentico calendario digital de vacunación global transparente y accesible. Adicionalmente los sanitarios deben disponer de herramientas móviles de productividad capaces de emitir certificados del proceso para los pacientes. Y todo lo interior debiera estar integrado en la historia clínica de cada uno.

Las herramientas digitales brevemente esbozadas y otras que podamos incorporar  deberían ser total o parcialmente integradas al plan global de vacunación, ya que no son excluyentes entre sí. Es cierto que podemos comenzar sin ellas, como de hecho estamos haciendo, pero difícilmente podremos terminar en un tiempo razonable si se ignoran. Y más todavía si aparecen riesgos adicionales, muchos de los cuales ya empezamos a intuir: limitaciones en las cuantías de suministros, incumplimiento en los plazos de entregas comprometidos, errores humanos o técnicos en el proceso, nuevas mutaciones que otorguen menor cobertura a los ciudadanos vacunados con los fármacos actualmente disponibles, posibles refuerzos o actuaciones adicionales necesarias que aparezcan en las actuales vacunaciones que compliquen el calendario y muchas otras que ahora aún somos incapaces de anticipar.

En definitiva, un dilatado rosario de razones que justifican que reflexionemos un momento, recapacitemos y completemos nuestra estrategia de vacunación con el apoyo de las capacidades que nos ofrecen las tecnologías digitales y la magnífica oportunidad que nos ofrece el citado Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía. Este marco nos brinda una magnífica oportunidad para dotarnos de nuevas herramientas que a buen seguro serán muy útiles en el futuro.

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